Afuera el rechazo es diluvio,
ropa en el piso es pena,
venas se aferran inevitables.
El teléfono asiste impávido
la vacilación subterránea
que inunda la carcaza.
Y la cama, cautiva,
libertad condicional a las ocho,
arresto preventivo a la una.
Ahora suena,
ellas no sueltan,
hacen bien.
ropa en el piso es pena,
venas se aferran inevitables.
El teléfono asiste impávido
la vacilación subterránea
que inunda la carcaza.
Y la cama, cautiva,
libertad condicional a las ocho,
arresto preventivo a la una.
Ahora suena,
ellas no sueltan,
hacen bien.
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