Otra noche que
me encuentra desmembrado,
buscándome entre susurros.
Un molino resopla,
desespera por ser viento.
Reúno mis partes,
consciente del destino,
las cáscaras que acariciaban nuestro plato
jamás se soltaron,
el gozo nos abriga por meros pasos de baile
y dos colores ríen
sin saber que el gusto es nuestro.
La tortura de
saberte paralela.
Yo quiero que seamos arboles
que burlan la medianera
y se envuelven bajo tierra.
Una fiebre renga
cabalga insistente
preguntando cuantos
abrazos se necesitan
para ser eterno.