Tendría que empezar
diciendo cuanto te deseo.
No lo estoy haciendo,
lo estuve.
Imperceptible, me cansé de abrazarte
sin que lo sepas,
que goce tenerte entre mis brazos
y mojar mis dedos en vos.
La respiración entrecortada,
la angustia de saber.
El segundo que dura tu mirada
es mío para siempre,
a veces, solamente a veces,
te siento propia mientras duermo.
Despertar y sentir tu esencia.
Fresias y jazmines.
Mi cama sacándole vueltas al ventilador
por rendir culto
a fragancias de entresueño.
Bestiales,
mis dientes atacan tu pecho
sin contemplación,
nuestros besos muertos escapan,
ojos bien cerrados
un tornado en mis vísceras
llanto atrasado.
Solo,
salgo a la calle
con mis palabras a cuestas,
a la caza
de un alarido
que nunca llega.